Lo Imaginario y El Narcisismo

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Estimado Marcelo Pérez: hace mucho lo sigo y sus videos me han ayudado a esclarecer conceptos muy difíciles de entender de este señor Lacan que sin duda fue un hombre genial… Tengo una cuestión muy puntual: ¿por qué –dentro de la jerga psicoanalítica- se desvaloriza, o se menosprecia, el registro imaginario de los tres nudos borromeos? Porque escucho a colegas que dicen eso de “hay que trabajar en lo real”, y otros que ni siquiera quieren enseñar la tópica imaginaria porque consideran que es parte de la primer época de Lacan. Muchas gracias, un saludo desde Chile; C. Luis Ordoñez.
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Contesto en dos partes:
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a) El registro imaginario es tan importante como el resto. Como sabemos una falla en lo simbólico trae cascada en lo imaginario (el psicótico llega a situaciones dónde no se reconoce en el espejo –y también algún neurótico cuya fantasma titubea-). Ninguno de los tres registros (R.S.I.) puede leerse por separado. Analistas que dicen “trabajar lo real” a veces suelen olvidarse de que no se puede sino a través de lo simbólico, pasando por lo imaginario: el blablabla siempre se impone en una sesión; y a veces convendría trabajar el blablabla –por ejemplo en el obsesivo- que los sueños que muchas veces el paciente los trae caudalosamente como defensa maníaca para no hablar de otras cosas; y ejemplos de este tipo hay varios.
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b) Por otro lado: no es que minimicemos el Imaginario; pero el tema es que si sólo nos instalamos ahí, nos quedamos anclados en una Psicología del YO y en una fenomenología médica. .

Me explico: el imaginario puede querer suponer que una paciente que se tiñe de rojo el cabello y lo usa muy a la ligera, todo revuelto digamos; es una paciente psicótica. .

Lo imaginario puede hacernos suponer que un par de signos que figuran en el DSM-IV de psicodiagnóstico universal y que presenta un paciente, nos habla ya de la Estructura. Como sabemos, el DSM-IV -al igual que cualquier RECETA- es la mejor manera que encontraron los psiquiatras y los psicólogos para no escuchar el dolor del caso por caso; para generalizar y para no pensar, es decir: para no estar en Atención Flotante, único axioma Freudiano. No nos olvidemos que los Manuales, y los Test, son el modo de "Diagnóstico-Automático" que ha encontrado la Ciencia Psicológica para obturar la palabra del Sujeto. El saber lo tiene el Manual, la Ciencia, el Médico: por tanto es suficiente con anotar una serie de signos y extraer -cual caja negra- una nosografía que rotula y define al paciente y que es igual para todos los casos. Sabemos que -según este criterio- un asma o un ataque cardíaco es lo mismo para toda la población; en cambio, para nosotros, es lo que el analizante enuncia en su discurso bajo transferencia. Los Signos -a diferencia del Síntoma analítico- no necesitan del Otro: se valen por sí mismo puesto que no necesitan ser escuchados. Ya fueron escritos por el Discurso Amo y Universitario..

Lo imaginario puede hacernos suponer que un paciente muy prolijo, con su corbata bien anudada, sus zapatos lustraditos y su camisa bien planchada; es un pulcro obsesivo de manual; pero eso no nos permite escucharlo y nos quedamos en lo fenoménico pensando que la limpieza y la fijación anal son sus características; cuando –en realidad- lo más probable que su vida sexual sea justamente “desprolija y sucia”. .

Si nos quedamos en lo Imaginario, podemos llegar a suponer que una histérica grave que muchas veces –en el consultorio- al hablar nos muestra una teta o se levanta la pollera para mostrarnos el moretón que se hizo cuando se tropezó en la calle; es una erotónoma insufrible… Se entiende?.

En definitiva: lo imaginario suele remitir a estadísticas, a manuales, a procedimientos y/o técnicas standarizadas, a rótulos, a recetas, a fórmulas, en fin: a ESPEJIMOS engañosos. Y, finalmente, remite ipso facto a engordar un YO -vía la Ciencia, vía el Otro que parece que nos ama incondicionalmente (fantasía típica de un neurótico)- y con ese YO, bien gordito y bien creído, el Sujeto se anula para renegar de su castración. No olvidemos que el YO es libidinal, es núcleo sintomático de goce. El narcisismo es capaz de renunciar a todo, menos así mismo... Es autoerótico; se abastece así mismo con todo su goce, y obviamente se engaña creyéndose fuerte. Por eso Freud caracterizó a la pulsión (oral, en este caso, pero vale para todas) como una boca besándose así misma. Genial ejemplo de la dificultad que el narcisista tiene para pensar en otro que no sea èl mismo.

¿Y el deseo? ¿Aquello por el cual se puede en-lazar al otro? Cuando se trata del narcisismo -siempre primero-, el deseo: mutis por el foro.
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Marcelo Pérez

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