Las Psicosis que nos consulta











En la Vulgata psicoanalítica suele hablarse permanentemente de que en el psicótico no hay extracción de objeto. Esta enunciación no se escucha sólo de alumnos; sino de colegas que dictan clases en las Residencias Hospitalarias y en varias Escuelas, de colegas que forman colegas.


Dentro de poco vamos también a oir que el psicótico no habla. Si en realidad se entendiese que decir lo primero implica ipso facto inferir lo segundo, se dejaría de repetir ecolalicamente y sin la menor coherencia técnica estos enunciados que fueron extraídos de una lineal y reducida (y escolástica) lectura de la obra de Lacan. 


Sabemos de colegas profesores de Residencias, y obviamente de residentes en formación, que se espantan cuando escuchan que algunos podemos decir que en el psicótico hay represión y en el neurótico hay forclusión. Como si la represión fuese exclusiva del patrimonio neurótico y la forclusión únicamente de la estructura psicótica. 

Nos preguntamos permanentemente si se dan cuenta de que ese espanto no es más que la vacilación fantasmática que se les produce, vía la angustia obviamente, por encontrarse perdidos cuando la teoría no los abrocha a significante alguno. Pérdida que se incrementa más todavía cuando se chocan con la praxis que les permite verificar lo contrario a lo que enuncian en su discurso universitario. Nos preguntamos:  ¿Sabrán que para hablar hay que reprimir? ¿Sabrán cual es el mecanismo adyacente al hablaje del sujeto e incluso la función psíquica, como dirían en psicología, que se juega, en dicho mecanismo? ¿O pensarán que un psicótico es un brotado 24/365 y, a la vez, que un sujeto que no ha desencadenado un brote, no puede ser un psicótico estructural? Nos asombra que todavía haya analistas -y no decimos psiquiatras, los cuales obviamente se justificaría por su formación- que piensen que diagnosticar una psicosis depende de la existencia de alucinaciones o delirios. Como si nunca hubiesen escuchado delirar a las histéricas o alucinar a los fóbicos.


Estos conocidos enunciados, concatenados y derivados, llevan a deducciones disparatadas:



Un psicótico no hace extracción de objeto”,  por  lo tanto: 
“Un psicótico no se constituye como sujeto”, por lo tanto: 
"Un psicótico no tiene deseo", por lo tanto: 
“Un psicótico no se angustia”, por lo tanto: 
“Un psicótico tiene certezas”, por lo tanto: 
“Un psicótico no demanda”, por lo tanto: 
“Un psicótico no puede amar”, por lo tanto: 
"Un psicótico no hace transferencia", por lo tanto:
“No existe el psicoanálisis de las psicosis”.
 

¿Disparatado, verdad? Máxime cuando también escuchamos su contra-enunciado: "Lacan dice no retroceder ante la psicosis". ¿Se trata de un análisis especial o de una simple psicoterapia de apoyo? ¿Qué nos autoriza a decir que en la psicosis no hay análisis, cuando en realidad la función del analista -tanto en la neurosis como en la psicosis- debe pivotear la misma operación? ¿No hay acaso psicóticos cumpliendo tareas de jerarquía en empresas e incluso en instituciones de salud? ¿No hay psicóticos en el arte y en la ciencia? ¿Impide ser psicótico tener una relación objetal con un otro, vía un Otro? ¿Cómo se puede decir que el psicótico no hace Transferencia? ¿Cómo se puede afirmar que en el psicótico no hay Fantasma, cuando sin fantasma es imposible percibir realidad alguna? ¿Cómo es posible no entender que hay avatares fálicos que producen distintas vacilaciones fantasmáticas que modifican cada Realidad? ¿El psicótico es un agnósico o un delirante, todo el tiempo? ¿Y cuándo alguien no se reconoce al espejo, es ya un psicótico? ¿Y el sujeto que perdió un miembro y luego lo percibe, es un psicótico? ¿Y los niños que golpean, que rompen vidrios o escriben paredes o que incluso dibujan transparencias, son ya psicóticos?



El trabajo analítico a partir de Lacan, ha marcado una pertinencia sólida en el trabajo con psicóticos. Proviniendo Lacan del campo de la psiquiatría e incluso agradecido a su maestro Gaêtan  De Clreambault –quien no lo reconoció y acusó de plagio- parece lógico que las psicosis ocupen a partir de su tesis doctoral, un lugar clínico y teórico de preeminencia. 


Y así como Freud acota el campo de las psicosis por problemas justamente de transferencia -y en un contexto dónde estaba intentado parir su obra- Lacan ha renovado y puesto de bastión el significante del Nombre-del-Padre como eje paradigmático de toda Estructura, para lo cual las psicosis le sirvió notablemente.


Sin embargo, la colisión entre los conceptos preformados y la praxis con psicóticos, ha permitido una nueva  lectura lacaniana que renueva y amplía la interpretación de esta Cuestión. Ya no se trata del Nombre-del-Padre sino de los Nombres (en plural) de un Padre-que-Nomina. Y esto sumado al último Lacan que ha abordado, vía el sinthome, la problemática de todo parlêtre sujetado al Otro. Pero la problemática con los mecanismos de defensa (común en todas las estructuras) ya estaba en el Freud de 1894 ("Las neuropsicosis de defensa") y Lacan lo sabía. Como dice Juan David Nasio: "Es asombroso que esta comprobación clínica, harto trivial en definitiva, que Freud señala con frecuencia y que se corrobora sin cesar en nuestra práctica, no haya conseguido todavía desarraigar definitivamente el error de generalizar de manera indebida la circunstancia de un episodio psicótico al conjunto de las realidades del sujeto. Un paciente alucina o delira: irremediablemente, sin discriminación, se lo cataloga de psicótico; es como si se tratara de un tic mental del psicoanalista, determinado por la inmensa importancia acordada al hecho de la psicosis. Importancia enceguecedora , que no nos deja matizar ni pensar una compatibilidad acontecial, en una misma persona, de realidades mixtas, producidas por represión y producidas por forclusión."  (Las negritas son nuestras.)


Bien: intentaremos abordar los fenómenos elementales y mecanismos intrínsicos, diferenciando puntualmente Locura de Psicosis, en el marco y contexto de quien visita al analista en un consultorio -no simplemente con certezas, sino con Demandas- tratando de reflexionar bajo dicho entorno de trabajo a través de un par de presentaciones clínicas;  delimitando el campo en que dicha Demanda discurre; y –consecuentemente- partir de la base que el sujeto psicótico, vía su angustia, busca en el analista la inclusión que la ciencia le ha forcluido.






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